domingo, 4 de junio de 2017

De viaje - Brugge

¡Ah, Bélgica, ese pequeño país al sur de los Países Bajos que queda cerca y al que todavía no había visitado! En parte es totalmente mi culpa, pues quedando tan cerca siempre pienso en hacer planes para visitar lugares más lejanos porque, total, este queda perfecto para una escapada de fin de semana. 

Algo así sucedió hace unos días, cuando un amigo me invitó a acompañarles a él y a otras chicas a la ciudad de Brugge. Habiendo sido esta una de las ciudades que mi hermana visitó cuando estuvo de visita en Europa hace ya varios años, y habiendo también recibido buenos comentarios acerca de ella por otras personas, no lo pensé mucho y me les uní. 

Brugge, también conocida como Bruges en francés y Brujas en español, es una bonita ciudad medieval abarrotada de turistas. Y, como me ha venido sucediendo ya con anterioridad, allí a dónde fuera, allí escuchaba a la gente hablar en español. Por cierto, aunque sonoramente Brujas es similar a Brugge, el significado es completamente diferente. Proviene del antiguo neerlandés brugga... que en español sería puente. Y sí, Brugge tiene bastantes puentes que atraviesan sus muchos canales, así que el nombre le queda muy bien. 

El sitio más fotografiado de Brugge.
Hablando del idioma... en Bélgica se tienen dos idiomas oficiales: el francés y el neerlandés. Tiene sentido si recordamos que el país tiene como vecinos a Francia y a los Países Bajos. Al ser Brugge la capital de la región de Flandes, la población está más inclinada hacia el flamenco y el neerlandés... aunque la verdad es que ni siquiera mi amigo, tan holandés como un molino de viento aunque no sea ni rubio ni tan alto como otros, pudo comprender muy bien. El dueño del pequeño lugar en donde tomamos el almuerzo/comida comenzó a hacernos plática, y se sorprendió cuando las cuatro chicas le dijimos de dónde éramos (Grecia, Francia, Bolivia y México). La conversación siguió más o menos así:
Señor: you are a peculiar group (se dirige a mi amigo, quien la verdad sea dicha no parece tan holandés). So, where are you from? America?  
Willem: No, I'm from the Netherlands. 
Señor: ¡oh! (y comenzó a hablar rápidamente en lo que creemos fue el neerlandés de Bélgica). 
Willem: sorry?

Además de los edificios antiguos, de sus canales y puentes que ya no me sorprendnen tanto porque Netherlands, Brugge resalta por sus bordados, los famosos chocolates belgas, la cerveza belga y los waffles también belgas. Dirán lo que sea de los belgas, pero en comparación con Amstel y Heineken, saben hacer buena cerveza. Como ya es costumbre cada vez que salgo a una ciudad al otro lado del mundo, nos pusimos a deambular siguiendo las recomendaciones de un mapa que Lu encontró en la estación de tren. Al final no sabemos cómo, pero terminamos dentro de lo que parecía ser una feria.

Colección de cervas belgas.


¿Volvería a Brugge? Al igual que con Praga, preferiría conocer otras ciudades antes de regresar, pero sí lo haría. Será porque es primavera, pero allí todo era tan verde y lleno de vida, que me sentí en paz conmigo misma y disfruté cada instante. La arquitectura de sus casas me recuerda a la de los Países Bajos, lo mismo que sus canales, pero el aire que se respira es mucho más relajado... sencillo, tranquilo.


Estos edificios se parecen mucho a los que hay en el centro de Wageningen



lunes, 15 de mayo de 2017

Cena mexicana para los amigos

No te rindas, por favor, no cedas.
Aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda, 
y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños. 
Mario Benedetti.

Wageningen es una ciudad muy internacional. Eso ya lo he dicho antes. Literalmente te puedes encontrar gente de todo el mundo andando por la calle, y por eso no es extraño que existan asociaciones estudiantiles que promuevan el acercamiento a las diferentes culturas que tenemos por aquí. Y sí, todos tenemos algo qué compartir.

Hace unos días finalmente me animé a cocinar algo típicamente mexicano para los que quedan de mi familia del AID. No lo había hecho antes porque no tenía mucha confianza en mis habilidades culinarias, pero después de armarme de valor y de darme cuenta de que algunos de ellos se irían en breve y difícilmente los volveré a ver en las mismas circunstancias, decidí arriesgarme e intentarlo. ¿Qué es lo peor que podía pasar?

Me pasé dos semanas enteras pensando qué podía prepararles para darles una probadita de la gastronomía mexicana con las cosas que tenía a la mano. Al final, y gracias a la ayuda del grupo de mexicanas con las que me junto, armé un pequeño menú que si bien me llevó lo suyo preparar, quedó bien.


Para comenzar:

  • Melón picado con chile Tajín.
  • Sopes de frijoles con queso.
  • Plátanos macho horneados con queso y crema.


La idea del melón se la debo a Ivonne, quien me recomendó que picara mango y lo sirviera como postre. Pero como todos los mangos, tanto los del súper como los del mercado, no estaban lo suficientemente maduros, me decidí por un lindo melón. En México solemos comer fruta con picante en polvo entre comidas, y esta viene en diferentes presentaciones. Es común andar por la calle y toparse con algún puestecillo ambulante que ofrece este delicioso manjar.

Los plátanos horneados con queso y crema los hice porque en días anteriores estuvo haciendo calor, y aunque la temperatura fue menor a los 10°C porque Netherlands, recordé que cada vez que voy a alguna playa con mi familia los comemos. Además, ¡son muy fáciles de hacer y saben delicioso! Una lástima que no me dio tiempo para gratinar el queso :(

Mis plátanos horneados :P
Los sopes fue algo que simplemente tenía qué hacer. Se me antojaban demasiado, y aproveché que mi mamá me mandó dos kilos de Maseca. Me quemé las yemas de los dedos, pero valieron la pena. Además, semanas atrás participé en la Cena Mexicana que organizó una asociación estudiantil en Wageningen, e hicimos sopes para todos los comensales. Si medio pueblo los probó, ¿por qué no iban a hacerlo también mis hermanos de la semana de inducción? (Ese evento fue tan solicitado que se llenó a los 5 minutos, y ninguno de ellos pudo asistir. Una lástima, ya que me inscribí para matar dos pájaros de un tiro -.-).
Los sopes de tinga de pollo que hicimos para la Cena
Mexican. Sí, la que aparece en la foto soy yo :D

Plato fuerte:

  • Enchiladas suizas.

A nadie le sorprende que las enchiladas sean uno de mis platillos favoritos, y el más fácil de preparar de todos ellos (aunque el mejor de todos siempre será el pozole, pero no pude hacerlo porque no encontré el maíz adecuado). La idea, cómo no, se la debo a Ale, quien también me dijo cómo podía mejorar el sabor de la salsa verde La Costeña que venden en el Toko. Una lástima que aquí no haya tomatillo verde, hubiera sido sensacional hacer la salsa desde cero en el molcajete de mi vecina.

Se ven feas y seguramente sabían igual, pero a mi me supieron a gloria.

Por errores de cálculo, mi gusto mexicano y el amor a picante de mis amigas de China y Bolivia, al final la salsa quedó más picosa de lo esperado. Pobres de los otros :(


Y de postre:

  • Pan de elote cubierto con dulce de leche.

Pensaba hacer flan napolitano (idea de Paola), o arroz con leche (idea de Vania) o capirotada (idea de Jessica). Pero como a mi hermana boliviana le gustó el pan de elote que pude conseguirles de la Cena Mexicana a la que ellos no fueron ¬¬, ella me pidió que lo preparase nuevamente. ¡Fue la primera vez que lo hice por mi misma! Y, dicho sea de paso, no soy muy fan de este platillo. Pero el resultado fue bueno y parece ser que les gustó porque se sirvieron una vez más.

Como del pan no hay foto, les pondré una de un rico sope :P




Y así es cómo quedó



La foto es cortesía de Xin Yue (Daisy para los occidentales).


¿Y ellos? De antemano, una puso la cocina y el comedor, y adornó la mesa de una manera sublime. Además, también me ayudó con a preparar algunas cosas. Otra se emocionó e hizo los tacos que después bañó con la salsa. Uno llevó el vino y los otros dos ayudaron a lavar los trastes. ¡Me encanta tener amigos así!

sábado, 6 de mayo de 2017

Living in the Netherlands - El Día del Rey y el Día de la Liberación

A diferencia de los mexicanos, que tenemos días libres para todo y todos, en los Países Bajos los asuetos son raros. Sí, a inicios de año algunas tiendas cierran por una semana para darles a sus trabajadores vacaciones, y por regla general todo permanece cerrado los domingos excepto algunos supermercados que salvan estudiantes despistados de morir de hambre, pero de eso a tener días libres... hay una gran diferencia. Pero lo que sí puedo decir es que cuando los neerlandeses tienen un día festivo, se lo toman en serio. Muy en serio. 

En las últimas dos semanas tuvieron lugar dos días festivos con un significado importante dentro de la cultura de este país. El primero de ellos fue el día del Rey, que tuvo lugar el 27 de abril; y el día de la Liberación, celebrado el 5 de mayo. Vayamos por partes:


Koningsdag
(King's Day)

Solo tengo dos palabras para describir este evento: desmadre nacional. Sí, leíste bien. Desmadre. Nacional.

El 27 de abril se celebra el cumpleaños del actual monarca del Reino de los Países Bajos, Willem-Alexander. Se supone que este día es para honrar la monarquía y unir al país, aunque también es motivo para que se arme una borrachera masiva en las calles de las principales ciudades. Ámsterdam es un destino popular en esta fecha, y los boletos para ser partícipe de ella en un bote o en algún pub se comienzan a vender con una anticipación de seis meses. Y, cómo no, en este día no es posible hacer uso de los tickets grupales que hacen que los viajes en tren salgan más baratos si vas con un grupo de gente. Vaya, que hay gente que viene desde los países vecinos para ser partícipes de esta fiesta. El Rey no se puede quejar que su cumpleaños cae en saco roto.

Ámsterdam es el lugar favorito de
 muchos para celebrar este día.

Si lo tuyo no es caminar por el Distrito Rojo, ni atravesar el país en un tren o autobús sardina, también puedes aprovechar los eventos que hay en otras ciudades. Este año hubo un gran festival musical en Arnhem, y unas amigas aprovecharon para pasearse por las calles de Utrecht. Como en el carnaval, no importan ni tu edad ni tu condición; lo único que necesitas son ganas de divertirte y de pasarlo bien. Aunque ya dependerá de ti el modo en que lo hagas.

Durante el Día del Rey varios hogares sacan a relucir su lado nacionalista y cuelgan banderas desde sus ventanas. Las fachadas se adornan de naranja, que es el color nacional, y casi todos visten algo de este llamativo color. En los centros urbanos se ponen mercados ambulantes en donde puedes encontrar de todo a precios ridículamente bajos. Un conocido atinó a decir, muy acertadamente, que en este día la gente aprovecha para mover las cosas de un ático a otro. Y es que hay tantas cosas curiosas que es casi irresistible no cargar con un montón de objetos que nunca vas a utilizar.

...Sin comentarios.
Y mientras tanto, ¿qué hace el Rey? En este día tan especial el monarca visita alguna ciudad en donde él y su familia se mezclan con la multitud y viven las fiestas. Este año el lugar elegido fue Tilburg, en el sur.

Una nota especial es que la noche anterior al Día del Rey comienzan algunos festejos, como performances y música en vivo, y gente consumiendo alcohol como si no hubiera mañana. Se trata de la Noche del Rey, o Koningsnach. Desafortunadamente no pude participar de este evento, pues tenía un proyecto por terminar -.-





Bevrijdingsdag
(Liberation Day)



Si el Koningsdag fue desmadre nacional, este lo fue más bien a nivel local. ¡Nunca había visto a Wageningen con tantas personas! Los autobuses que venían de Arnhem y de la estación Ede-Wageningen tuvieron que cerrar sus puertas a las últimas paradas porque ya no cabía ningún alma más en su interior. El cuadrante principal del centro de esta pequeña ciudad fue cerrado a los automóviles, y se montaron diez escenarios diferentes en los cuales hubo música durante buena parte del día.

Cuando llegué a los Países Bajos, se me hizo curioso que se compartiera un día feriado con México. Mientras que nosotros celebramos la victoria de la Batalla de Puebla  y no el día de la Independencia, como algunos creen, aquí se celebra el final de la ocupación Nazi al final de la Segunda Guerra Mundial. Como un buen hombre nos explicó durante el desfile, se celebra la Libertad. Curiosamente, esta fecha se convierte en un asueto nacional cada cinco años, mientras que en Wageningen se lleva a cabo anualmente. ¿Por qué? ¡Pues porque fue en esta pequeña ciudad internacional en donde se firmó la liberación de los Países Bajos!

Pero la libertad también es agridulce, y es por eso que la víspera al Día de la Liberación es el Memorial, en donde se recuerda a aquellos que murieron durante la Gran Guerra, y todas las guerras en general. Todos los años, a las 8:00 pm, la gente deja de hacer lo que estaba haciendo y guarda dos minutos de silencio. Los trenes y los autobuses se detienen durante dos minutos, y podríamos decir que el país se paraliza. En Wageningen, inmediatamente después, se llevó a cabo la marcha del silencio, y se colocaron velas a lo largo del dique en recuerdo de esas personas.

Ya que no pude participar activamente durante el King's Day, me tomé un día libre de la escuela y fui al centro a celebrar con algunos compañeros y amigos. También fue interesante el descubrir que éramos bastantes los mexicanos que rondamos por allí, y vaya que me divertí bailando con ellos los éxitos del pop más recientes. Una amiga incluso llevó su bandera de México, y hubo quienes reconocieron que ella celebraba también la Batalla de Puebla. Y también llevaba una piña vacía que usó de vaso. Si se preguntan, ¿por qué una piña? La respuesta es, ¿por qué no?

Hubo mucha cerveza y también mucha comida, aunque esta última era ridículamente cara. Uno de mis amigos se quejó porque le habían vendido una bolsa pequeña de churros en siete euros, mientras que otro pagó cinco por una hamburguesa que consistía únicamente del pan y la carne. Y eso que somos una ciudad universitaria :(

No sé si el próximo año estaré en Wageningen para celebrar una vez más el Liberation Day, pero al menos puedo decir que recordaré el día de ayer por los próximos años como una bonita experiencia. Y también me quedó con el hecho tangible de que la paz, además de frágil, es difícil de recuperar una vez perdida. Está en nosotros el mantenerla y cuidarla, y no nos haría ningún mal el recordar que muchos hombres y mujeres, independientemente de su nación, han dado su vida para obtenerla. 

domingo, 19 de febrero de 2017

Conociendo el mundo - Praga


Después de varios días desconectada del blog por cuestiones escolares, finalmente puedo escribir una nueva entrada. Tenía en mente hacer algo sobre cómo elegir una universidad, o reseñar dos libros que terminé en este periodo, pero por ahora me decantaré por algo un tanto diferente. Fiel a mi promesa de convertir este blog también en una bitácora de viaje, inauguraré esta sección hablando sobre el pequeño viaje que hice hace unos días a la preciosa Praga, en República Checa. 
Vista de la Catedral de San Vitto desde la entrada
principal al Castillo.

Había escuchado muy buenas opiniones acerca de Praga. Allí vivió un buen amigo de intercambio hace dos años, allí toma lugar uno de los libros que más me han gustado. Y estando yo en Europa, teniendo unos pocos ahorros, y teniendo unos días libres me dije, ¿por qué no? 

Volviendo un poco atrás, diré que si bien Hija de humo y hueso me gustó, por alguna razón que escapa a mi entender se convirtió en el libro favorito de mi hermana (raramente compartimos gustos literarios). Y como ella planeaba venir a los Países Bajos durante las dos semanas de re-exámenes de la Universidad (mis re-exámenes, no los suyos), pensé que sería buena idea organizar una pequeña escapada a Praga para nosotras y quien se nos quisiera unir. 

El gulash es un platillo típicamente checo que aparece descrito
en Hija de humo y hueso, y del que mi amigo me recomendó
probar. ¡No me arrepiento de nada!
Pues bien, las cosas no salieron como las planeamos (de hecho, nada sale nunca como lo planeo, creo que ya debería haberme acostumbrado a eso): tuve que hacer un re-examen porque no pasé la primera ronda, y mi hermana simplemente no pudo venir. Pero como ya tenía a un amigo apuntado a la aventura, y ambos teníamos días libres y ningún otro plan a la vista, compramos los boletos, empacamos hasta el perico y nos lanzamos a esta linda ciudad. Vaya manera de celebrar que terminamos los re-exámenes. 

El paisaje nevado de la República Checa
Praga no es la primera ciudad de Europa que conozco fuera de los Países Bajos (en un futuro hablaré de París, a la que conocí en invierno), pero me es especial porque es la primera vez que viajo con alguien cuya lengua materna no es el español, y que tampoco habla la lengua local. ¡Fue muy divertido cómo, a falta de la palabra correcta en inglés, hacíamos descripciones hasta que el otro entendía el significado! Aunque no todo fue tan sencillo como eso. Por alguna razón, cada vez que salgo de los Países Bajos no puedo activar los datos móviles, y a él se le acaba la batería cada dos por tres. Así que, cómo era de esperarse, nos perdimos nada más llegar al centro de la ciudad buscando nuestro alojamiento. ¡Suerte que una amable mujer se ofreció a ayudarnos a encontrar la dirección! Una lástima que las llaves no estuvieran en donde se suponía que debían estar, pero al menos esa noche no dormimos bajo las estrellas. 

El reloj astronómico de Praga.
En dos días nos aventuramos por la ciudad, primero recorriendo sus calles por nuestra cuenta y perdiéndonos en el proceso, y después en conjunto con tres tours. En lo personal, a mi me interesa la historia y agradezco que él me haya acompañado en un recorrido en donde soltaron montones de nombres y datos. El tour del castillo fue de lo mejor, tal y como lo esperaba, aunque el pequeño recorrido de la cerveza no estuvo nada mal. Si hay algo de lo que me enamoró en Praga, fue la cerveza. Aquellos que me conocen saben que no soy de tomar bebidas alcohólicas y que generalmente las evito, más en esta ciudad fue todo lo contrario. 


La comida fue otro de los grandes gustos que conocí en esta bella ciudad. Para no hacer el cuento largo, diré que tenía sabor. Mucho sabor, y del bueno, además de que no fue muy cara. Lo siento, Países Bajos, pero seamos justos: las papas y el pan hartan después de un tiempo. El contraste entre el pasado medieval de Praga, así como de su época comunista, fue algo que me impactó en sobremanera. Sean justos conmigo: al ser mexicana, me choca encontrar edificios en muy buen estado que siguen usándose a pesar de haber sido construidos hace más de seiscientos años. Nosotros también tenemos construcciones antiguas, pero muchas veces no son más que ruinas. 


Otra de las cosas que tiene ser mexicana es que, a mi parecer, Praga es una ciudad pequeña. Muy pequeña. Al tercer día, después de dar vueltas y más vueltas, mi amigo y yo nos decidimos a visitar el osario de Sedlec, en la ciudad de Kudná Hora. Por lo normal, desde nuestro hostal debimos haber hecho 2:40 horas de ida y el mismo tiempo de vuelta, pero como perdimos el primer bus nos echamos una hora de más esperando al siguiente , aunque el paisaje helado valió la pena. Me impresionó la cantidad de restos humanos con los que se ha engalanado la capilla, así como su arreglo y acomodo, pero me sorprendió más que a mi amigo pareció afectarle el hecho de ver tantos huesos humanos juntos. Supongo que le pasó algo similar a lo que sentí yo al ver que en la catedral cercana, así como en la catedral de San Vitto, se guardan las reliquias de santos de la fe católica. Porque, francamente, no entiendo cómo es que alguien adoraría huesos, por mucho que hayan pertenecido a alguien importante. En fin, diferencias culturales que no discutiré.
El interior del osario de Sedlec.
Un dato que me pareció interesante es que en Kudná Hora encontramos un súper llamado Albert que resultó ser parte de la franquicia Albert Heijn que es bastante popular en Países Bajos. Vaya, que es como el HEMA: no importa que tan pequeño sea el pueblo, vas a encontrar un Albert Heijn a donde fueras. 

¿Volvería a Praga? Sí, aunque no por algún tiempo. Es una ciudad fascinante con una cultura rica y miles de cosas por descubrir, pero todavía me faltan muchos lugares qué visitar. Además, ¡necesito ahorrar nuevamente!
Como siempre, México en todos lados :p

domingo, 8 de enero de 2017

Tips para estudiar en el extranjero - Vestimenta de acuerdo al clima y las estaciones

Rotterdam a inicios de otoño
Evidentemente, el clima en el lugar donde estudiarás muy posiblemente va a diferir de aquél al que estás acostumbrado en muchos aspectos. En mi caso, lo primero que se me dijo fue que en los Países Bajos llueve bastante durante todo el año, y que la temperatura promedio es más baja que en México. De igual manera, habiendo vivido toda mi vida por debajo del trópico de cáncer, el cambio entre estaciones nunca fue tan notorio. Sí, en invierno hace frío, en verano calor, y en primavera comienzan los nuevos brotes. Pero, para empezar, jamás había visto en la vida real que los árboles cambiasen el color de sus hojas en otoño, ni que estas desaparecieran en su totalidad durante el invierno. 


Maastricht a finales
del otoño.
¿Llovió? No tanto como yo imaginé que iba a hacerlo, pero la mayor parte de los días está nublado y/o con niebla. ¡Nunca creí que extrañaría tanto el sol! Y sí, es más frío que en mi lugar de origen, pero aunque los primeros días fueron un poco duros al final el cuerpo termina acostumbrándose. Hay mañanas, por ejemplo, en que amanecemos a 1°C, y si bien se siente frío, no me impide continuar con mi rutina. Parte de este éxito se lo debo a la ropa que utilizo aquí.

Pues bien, cuando uno se prepara para viajar a otro lugar, ya sea para pasar unos cuantos días allí o para permanecer de forma indefinida, una de las primeras cosas que se investiga es el clima que hará y la temperatura. Eso va a determinar lo que llevarás contigo y lo que no, así como la preparación mental. Lees folletos, páginas de internet, e incluso preguntas la experiencia de amigos y conocidos que, si bien puede que no hayan estado en el lugar al que irás, sí lo hayan hecho en sitios parecidos. Y tomas nota mental de lo que todos y cada uno de ellos te aconseja.

Nuevamente, usaré mi experiencia personal para decirte lo que yo hice, lo que no hice, y lo que debí haber hecho. Espero que esta información pueda servirte de ayuda :)

Mi primer consejo es que lleves ropa para el clima al que llegarás, y otra poca por si hace más frío o más calor del que esperas. Me explico: yo cargué conmigo solo pantalones y blusas tanto para frío como para un clima más templado, pero resulta que cuando llegué a Wageningen tuvimos dos semanas más cálidas de lo esperado. No saben lo que hubiera agradecido haber llevado algo más fresco para ponerme.

El segundo de ellos es que no cargues con todo tu guardarropa, y que parte de tu presupuesto inicial lo destines a comprar ropa una vez que llegues a tu destino. En otras palabras, lleva aquello que pienses que usarás en las semanas inmediatas más unas dos o tres mudas por si la temperatura sube o baja, pero procura hacerte con algo más adecuado una vez que estés allí.


Y, en tercer lugar, no lleves ropa "pensada" para el crudo invierno. No, no va a funcionar. Puedes cargar contigo suéteres diversos, sudaderas, y quizá una o dos chamarras para climas más fríos, pero no hagas como yo que se lanzó al mercado de Chinconcuac para hacerse con un abrigo de lana que no calienta lo suficiente. El resultado es que usarás espacio y peso valioso en tu equipaje que bien puedes aprovechar en otra cosa que para llevar prendas que no vas a volver a utilizar y que ahora hacen bulto en tu ropero.


Prendas para el frío

Como ya mencioné arriba, el frío que pases o no cuando la temperatura desciende depende del tipo de prendas que utilices. De entrada, en tu guardarropa no pueden faltar las bufandas de telas cálidas o térmicas (no importa si no son muy gruesas, lo que importa es que sean aislantes), un par de guantes y un gorro que cubra tus orejas. Va a llegar un momento en que no será sabio salir de casa sin ninguno de estos encima, así los lleves guardados porque no está haciendo tanto frío.

Era inicios de noviembre y ya se sentía el frío.
Después están los calentadores para tobillos y los calcetines térmicos, mismos que puedes encontrar en casi cualquier tienda a mediados de otoño. Sí, los venden incluso en Action, así que el precio no debería ser un impedimento para que se te congelen los pies. Si eres fan de usar mezclilla como yo, déjame decirte que esta tela es fría, por lo que te recomiendo que compres mallones térmicos para usar debajo de tus pantalones.

Para mantener el torso y los brazos calientitos puedes aplicar la operación cebollita, poniéndote más de una capa de ropa para tener una temperatura agradable en pecho y espalda. Camisas, blusas y suéteres delgados y gruesos son una buena opción. Finalmente, y pero no por ello menos importante, viene mi siguiente recomendación:


Cómprate una buena chamarra


Sí, una buena chamarra es cara, pero de nada sirve ser codo y buscar algo barato si vas a sufrir desde mediados del otoño. En especial si, como yo, sabes que estarás dos años por aquí. Date la oportunidad de buscar en las tiendas especializadas de ropa de frío o lluvia (Waterproof es una buena opción), prueba diversos modelos, haz miles de preguntas a los dependientes y a tus amigos, y finalmente decídete por una que cubra tus necesidades sin que sea exageradamente cara. Porque aunque hace frío, si no planeas visitar las zonas montañosas o los países nórdicos en invierno de nada sirve que te compres algo que aguante hasta -20°C. De preferencia busca algo que sea resistente al agua, pues nunca sabes cuándo te encontrarás en medio de la lluvia o una nevada en pleno invierno.

Lo que yo hice fue comprar una chamarra a la que se le puede quitar y poner el forro en Bershka hace unos meses, y si bien funcionó muy bien al principio, no me va a ser suficiente para aguantar el frío. Ayer aproveché una salida a Roermond para ver chamarras, y finalmente me compré una que cubre mis necesidades. Viéndolo de manera positiva, ahora tengo dos chamarras que podré alternar dependiendo del clima, pero desde el punto de vista económico quizá no haya sido una sabia decisión.

Wageningen se cubre de nieve :3


¿En dónde y cómo puedo comprar ropa buena, bonita y barata?

No es necesario destinarle mucho dinero a este rubro, pues puedes conseguir buena ropa entre los estudiantes que ya se van o en tiendas de segunda mano. Aunque parezca extraño, las personas que dejan la ciudad venden cosas de buena calidad a precios accesibles, y puedes pedirles que te las muestren antes de cerrar cualquier trato. Y no las rematan porque estén en mal estado o inservibles, pues muchas veces lo hacen porque ya no tienen lugar en su equipaje o simplemente porque en sus países de origen no la van a necesitar. 

Si no te gusta esta idea, o simplemente no puedes encontrar todo lo que necesitas de segunda mano, puedes ir comprándolo de poco en poco en las tiendas locales. Al menos en los Países Bajos existe una cadena de tiendas llamada HEMA que vende productos de buena calidad a precios razonables. Aquí encuentras desde utensilios de cocina, toallas, cortinas, libretas, chocolates, hasta ropa y accesorios. Sí, habrá otras tiendas mucho más baratas quizá, pero la relación precio-calidad de HEMA es muy buena, y hasta ahora no me he arrepentido de ninguna de las cosas que ahí he comprado.

Si lo que deseas es salir del paso, necesitas algo que no es muy específico, o no tienes mucho dinero, siempre puedes buscar un Prinmark para surtirte. Ahí puedes encontrar cosas baratisimas de calidad cuestionable (aunque a veces mejor que lo que venden en el Bershka de México, por ejemplo), o prendas más o menos caras. En lo personal, no me arrepiento de unas botas de invierno de 6 euros, ni de unos zapatos de 1 que encontré allí.

También están las siempre infalibles marcas internacionales: H&M, Bershka, Zara, C&A, y más. Si las tienes en tu país y se te hacen caras, aquí lo están un poco más (aunque no lo parezca, porque los precios estarán en euros). Pero no es raro que haya ofertas, así sea de camisas, blusas o de vez en cuando pantalones, en especial aquellas que son de temporadas pasadas.

Y hablando de descuentos, están las rebajas. Hasta ahora me han tocado en dos ocasiones, la primera a finales de verano y la segunda hace unos días, en donde puedes encontrar mercancía a precios bajos y no tan bajos. Sí sabes lo que necesitas y tienes tiempo para esperar, o prefieres prepararte para el próximo año, puedes aprovechar y hacerte con ello de una vez.

Otro consejo es que vayas comprando por adelantado cosas que te serán útiles en un futuro próximo. Las tiendas comienzan a vender guantes, gorros, bufandas y suéteres por septiembre a precios razonables. Si te esperas a que el otoño entre de lleno, y entre más se acerque el invierno y se vuelva más frío el clima, los precios de estas prendas subirán.


¿Tienes alguna duda específica? ¿Buscas una entrada que todavía no existe? Si es así, no dudes en escribirme y con gusto la construiré :D

viernes, 9 de diciembre de 2016

Living in the Netherlands - Sinterklaas

Con esta entrada quiero inaugurar una nueva sección en el blog: la cultura en los Países Bajos. A veces es tan parecida a lo que veo como me imaginaba que sería que no le doy más vueltas al asunto y me limito a aceptarla. En otras ocasiones me sorprende más lo que mis compañeros internacionales tienen qué decir acerca de la propia que la cultura de este país pasa a segundo plano (porque ya he aplicado muchas veces la primera opción). Pero también están aquellos guiños que se salen por completo de lo que ya es mi día a día.

Antes de venir a los Países Bajos tenía formada una idea de lo que era Sinterklaas. Para mí, ese no era más que el nombre neerlandés de San Nicolás a.k.a. Santa Claus, el mismo que entrega regalos a los niños en México el 24 de diciembre de cada año (aunque en algunas familias mexicanas los regalos los trae el Niño Jesús, pero eso es tema aparte). Pues bien, sí que es Sint Nicolaas, cuyo nombre de modificó a Sinterklaas, pero no es viejo bonachón venido del Polo Norte que aparece cada navidad. Para empezar, Sint es un hombre delgado que tiene un caballo blanco llamado Amerigo, se viste con ropas de obispo, y lleva capa y estolas de color rojo; se ayuda de un cayado dorado y es acompañado por los Zwarte Pieten.

Sí, lo mejor es que me vaya olvidando de los elfos -.-

Y ahora seguramente me dirán que esta tradición no es tan diferente. Venga, que si nos ponemos a pensar es raro imaginar renos en países de clima tropical y a un hombre de barriga prominente entrar a través de la chimenea de un hogar que no tiene chimenea. Pues bien, aquí no acaba la cosa. Los regalos no se entregan en la víspera de la navidad, ni en la navidad propiamente dicha, sino el 5 de diciembre en la víspera de San Nicolás. Y Sint no pasa la mayor parte del año en un clima nórdico como estamos acostumbrados a creer. No, qué va, porque él vive en España y llega a Holanda en un barco de vapor (?) a mediados de noviembre.


¿Recuerdan el mito del pedazo de carbón si el niño se porta mal? ¿O que de plano no recibirá nada por no haber sido un buen niño? Pues aquí el castigo es que uno de los Pieten te meta en un saco y te lleve con ellos de vuelta a España. Una amiga mexicana comentó que en ese caso ella ha sido una chica muy mala con la esperanza de tener un viaje gratuito a España, aunque parece que no funcionó porque sigue aquí, en cuanto escuchó de esta curiosa tradición.

Con la llegada de Sinterklaas las tiendas comienzan a ofrecer unas deliciosas galletas de canela (pepernoten) que son la onda acompañadas de chocolate caliente o café. Y me han contado que, de acuerdo con la tradición, los niños dejan un zapato con su lista de deseos dentro y una manzana para que coma el caballo blanco de Napoleón Sint antes de dormir. Al día siguiente, si todo marcha bien, al despertar se encontrará con un obsequio y la inicial de su nombre hecha de chocolate.


En esta ocasión mis amigos del grupo que formé en la semana de inducción y yo organizamos una pequeña cena en donde también hicimos un "Sint secreto". Le compramos algo a la persona que nos tocó al azar y le escribimos un bonito poema, y al final recibimos una preciosa letra de chocolate por parte del anfitrión que prestó nuevamente su casa para el evento.

Sí, cenamos comida china en Sinterklaas.
Mi regalo de Sinterklaas :)



¿Lo bueno de ser mexicana y estar en los Países Bajos? ¡Qué este año tendré Sint y Santa!

domingo, 6 de noviembre de 2016

Magia Vikinga - Reseña

Sinopsis

Con diez años, se suponía que había llegado el momento para que Thora fuera capaz de realizar su transformación en una forma animal. Sin embargo, la pequeña hija del brujo Runolf sabía que los conjuros no eran lo suyo y, aparte de un frío espantoso, no esperaba experimentar nada más aquella noche. Pero cuán grande será su sorpresa cuando Oddo, el hijo del granjero Bolverk, interrumpa su ritual para pedirle ayuda: quiere fabricar una runa mágica para hacerse con el cariño de su padre.

Juntos intentarán el hechizo. Lo que desconocen es que un pequeño error puede convertir un inofensivo acto de magia blanca en un auténtico maleficio. 

Antes de comenzar con la reseña propiamente dicha, me gustaría hacer un hincapié respecto a esta trilogía. Hace unos días me paseaba por una tienda de segunda mano que hay en Wageningen y por casualidad me topé con este libro, lo cual me llenó de verdadero gusto ya que mi padre me regaló La runa secreta cuando tenía aproximadamente 9 años. Me trae gratos recuerdos y mucha nostalgia, en especial porque en su momento presté los tres libros (dos de los cuales me costaron sudor y lágrimas de conseguir), y el desgraciado nunca me los dio de vuelta. Así de mala es la gente, vamos, que ni los libros retornan ¬¬.
Magia Vikinga es una trilogía de libros cuyos títulos son La runa secreta, El hechizo del lobo y El país del hielo. Ambientada en la Noruega medieval, en donde era común que los vikingos buscaran ganarse la vida a bordo de drakkares asaltando aldeas indefensas, la trilogía se enfoca en las aventuras de Oddo el hijo de Bolvek el Bramador, y Thora la hija de Runolf el Hacedor de Runas. Los dos se encuentran en una situación bastante particular, pues son todo lo contrario de lo que su familia espera de ellos: Thora es la única integrante de una familia de magos incapaz de hacer magia, y Oddo es un completo inútil en las labores de la granja. A todos nos ha pasado que no encajamos en nuestras familias, pero esto es más... complicado.

Esto ha hecho que ninguno de los dos niños encaje entre los suyos, haciendo que se retraigan en sí mismos y que nada más esperen el momento en que sus imperfecciones salten a la vista. Una noche, sin embargo, mientras Thora se ve obligada a pasar las horas sentada sobre la tumba del abuelito para lograr el cambio de forma, Oddo la espía por accidente y casi se cae de bruces al descubrir que un fantasma intenta llamar la atención de la muchacha sin que esta pueda verlo. Alrededor de ella también hay un fuego sobrenatural y él se siente extrañamente atraído hacia la magia. Es aquí en donde comienza su historia.


        —Ah, eres tú —dijo la chica—. ¿Qué te hace tanta gracia?
      —Tú —contestó Oddo—. Llevas la capa torcida y creías que yo era un fantasma, pero cuando había un fantasma de verdad que te tocaba y te hablaba, ¡no lo has visto!
        La muchacha lo miró furiosa y arrojó la capa al suelo.
        —¡Cuidado! —exclamó Oddo—. ¡Se va a quemar!
       —Ja, ja —soltó Thora con sarcasmo—. Te ríes de mí porque soy una bruja. Y hablas de fuego y fantasmas… Bueno, pues no te creo.
       Le volvió la espalda y se sentó. Oddo la miraba.
        —Hay un fuego alrededor de ti —dijo señalándolo—. ¿No lo ves?


Aunque esta es una novela de fantasía no nos encontramos con animales mitológicos ni con estallidos de colores y la creación de cosas maravillosas. La magia que aparece es simple, pero no por ello menos importante. Sabemos, por ejemplo, que la abuelita de Thora es capaz de tejer capas que protegen a un hombre de morir ahogado en el mar, que su madre puede leer la buenaventura y que su padre es hábil tallando runas poderosas para proteger del peligro y dar la buena suerte. Algunos de sus hermanos hacen el cambio de forma, crean animales a partir de ramitas y hacen que florezca todo un bosque al tocar cualquier cosa hecha de madera.

Y de Oddo... bueno, de entrada sabemos que Bolvek odia todo lo que esté relacionado con la magia, creyendo que en la vida solo cuenta lo que se hace a partir del trabajo duro. Esto no sería un problema si su hijo no fuera un muchachito enclenque a quien le cuesta trabajo hasta talar el árbol más raquítico de la región y que se lastima cada dos por tres cuando se trata de arar la tierra. Peor todavía: Oddo puede hablar con los animales y controlar el clima, pero por miedo a la ira de su padre prefiere ocultar sus habilidades.


¿Qué es lo que me gustó?
La simplicidad con la que se describen las cosas, sin hacer hincapié ni en lo normal ni cuando las cosas se salen de control. De entrada nos vemos sumergidos en lo que sería la vida en una granja y los problemas con los que sus habitantes se enfrentan, y en lo que sería vivir con un grupo de personas que no se preocupan ni por su apariencia, ni por su higiene ni tampoco por lo que van a comer ese día. Recuerdo que en su momento me sentí encantada de conocer lo que pudo haber sido el estilo de vida de los vikingos y darme cuenta de que no era muy diferente a cualquier otro. Vamos, que yo me los imaginaba rudos e intrépidos navegantes, hombres y mujeres decididos y sin miedo tipo la serie Vikings o los que describen en Leif, el hijo de Erik (vaya, no puedo creer que a esa edad me haya leído también ese libro). Pues bien, varios de los personajes que tenemos aquí son gente más bien tranquila que se limita a cuidar de sus familias y no se meten con nadie.

También está el pequeño alfabeto futhark (o rúnico) que viene al final de cada uno de los libros junto con su contraparte en el alfabeto latino. ¡Pasé horas escribiéndole mensajes secretos a mi hermana sin que mis padres supieran de qué estábamos hablando!

No tengo mucho qué comentar respecto a los personajes, pues al ser un libro muy corto en donde aparece un montón de gente (tan solo en la casa de Thora viven diez personas), no tenemos la oportunidad de conocerlos a fondo. Sin embargo, sí puedo decir que aunque al principio parece que tenemos arqueotipos (la madre bonachona, la hermana incómoda, el padre enojón y los vecinos alegres), con unas cuantas líneas descubrimos que adentro hay más de ellos de lo que podemos ver a simple vista. He de decir que mi personaje favorito es Thora, quien tiene mucho sentido común y por grande que sea la adversidad no se da por vencida. Ojalá hubiera más gente como Thora. Aunque no tiene ni pizca de talento mágico natural, es muy buena aprendiendo cosas y no descansa hasta que finalmente encuentra algo en lo que sobresale.


         —¡Uaggh… qué peste! —gritó Astrid cuando penetró a zancadas en la estancia—. ¿De quién es este hechizo?
           Se quitó la capa y agitó la mano hacia los vapores que se elevaban del caldero.
           —¡No es un hechizo! ¡Es la cena! —chilló Harald, muy alegre.
           —Oh —dijo Astrid—. Thora está cocinando. Debí imaginarlo.
         —Tienes suerte de que aquí cocine alguien —murmuró Thora—, aunque sólo sea corteza de pino y algas. ¡A ver si un día lo intentas tú!


Oddo también me fue agradable, quizá porque conecté más con él en su momento, pues no tiene tanto sentido común y vive temeroso de hacer enfadar a su padre sin poder darse cuenta de que este lo ama de verdad, solo que le irrita lo inútil que es. Sí, me recordó a mi misma cuando me sentía mal porque algo no me saliera después de haberles prometido a mis padres que lo haría. Sin embargo, y al igual que Thora, está dispuesto a salir de su zona de seguridad para embarcarse a la aventura cuando la situación así lo amerita. Tiene miedo, sí, pero no deja que este sea el que decida todo el curso de su vida.

Es interesante ver cómo van creciendo a lo largo de la trilogía, como comienzan a darse cuenta de que no hay límites cuando se proponen algo en conjunto. Y también como aceptan la idea de que no son lo que su familia espera de ellos, pero que de alguna forma son el eslabón que hace falta para que las cosas marchen de la mejor manera.

Lo recomiendo. Es una lectura ágil y rápida que te lleva a descubrir un mundo más como el nuestro, en donde más allá de la magia lo importante es saber hasta dónde estás dispuesto a arriesgarte para descubrirte a tí mismo.